Hace unos cuatro años, el esposo de mi amiga estaba en camino a casa en su coche. Cuando llegó a la casa para aparcar vio a cuatro policías investigando el coche de su vecino. Aparcó el coche y se acercó a la policía preguntando qué había pasado.
"Este coche es robado", dijeron.
"No, este coche es de mi vecino", respondió.
"No, es robado", dijo otro y siguieron revisandolo.
Otro vecino llegó al lugar y empezaron a discutir en voz alta con la policía. El coche era un Chevrolet Aveo, bastante nuevo, y entendieron pronto que la policía estaba allí para robar el coche. Iban a llevárselo y quitar la radio, las ruedas, la batería y todas las otras partes de valor, antes de que "por casualidad" se encontrara el coche a las orillas de la ciudad como una cáscara vacía. Esto había llegado a ser una práctica normal por parte de la policía últimamente.
El esposo de mi amiga se fue directamente al vecino y le contó que la policía estaba intentando robar su coche. Juntos volvieron al coche. El dueño lo abrió con su llave, les mostró los papeles y no pararon de quejarse a la policía por la desgracia que era esto. Ni hablar que iba a dejar que la policía corrupta se llevara su coche. Al final los policías tuvieron que dejarlo, y se fueron sin el coche.
Esta es una de las muchas historias sobre corrupción por parte de la policía en Venezuela que mi amiga y su esposo me han contado, y publicaré más de ellas luego.
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